20130611

Abismos pasionales matutinos

Jueves, 26 de mayo de 2005

¡Buenos días!

Ya debe ser por el mundo-mundial conocida mi pasión por la riberita del Arlanzón, por la que me dejo arrastrar a abismos de cuelgue pasional, a veces desmedidos, a veces, paradójicamente, bastante serenos. Estas ambiguas sensaciones son las que ahorita mismo tengo: pasión desbordantemente primaveral y el sereno frenesí de querer retozar, cual fauno regateando con las ninfas, en la pradera ribereña. De todos modos, mis abismos pasionales, y los ribereños, no son muy profundos, que la ribera no posee hondos cañones ni hoces por entre los que discurra el Arlanzón profundamente encajonado.

Ayer por la tarde, una deliciosa tarde de suavísimo verano en plena primavera floral de mayo, con una cálida y refrescante brisa que me envolvía con dulzura, estuve en el cine viendo "La dama de honor" ("La demoiselle d'honneur"), de Claude Chabrol, y con Laura Smet (¡qué hermosura de mujer!) y Benoît Magimel.

Muy buena película que nos cuenta el flechazo amoroso entre un joven, normal y corriente, y la dama de honor de la boda de una de sus hermanas, una extraña mujer, a la que conoce allí mismo. Historia que nos relata los turbios abismos de pasión a los que descienden ambos, el nihilismo de ella, especie de "femme fatal" que le pide asesinar a alguien como prueba de amor, y las nefastas consecuencias de algunas mentiras de esa fidelidad amorosa. Tiene también toques de cine de suspense estilo Hitchcock.

Pues ya metidos de lleno en el fondo de este matutino, pasemos a la sabiduría ajena, que tal vez nos pueda sacar de algún que otro abismo vital:

 - "Para expresar el ritmo interior y elevarse por encima del sentido cotidiano y de la razón insuficiente, todas las palabras o, mejor aún, todas las frases de un poema deben dar alas a la exaltación y parecer un poco locas".  (Emile Verhaeren).

 - "La pasión representa la avalancha del corazón humano; un solo aliento puede acabar con su reposo".  (Bulwe Lytton).

 - "Jamás el asesinato será, ante mis ojos, un objeto de admiración o un argumento de libertad. No conozco nada más servil, más despreciable, más cobarde, más obtuso que un terrorista".  (François René de Chateaubriand).

Besos y abrazos,

Don.
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