Lloronas historias matutinas

Miércoles, 11 de mayo de 2005

¡Buenos días!

Soleada mañanita primaveral, agradabilísima temperatura, tambores de tormenta en la lejanía ... ¡Precioso clima en el mes de las flores! ... ¿Por qué llorar? ... Como no sea por la alergia primaveral ... pero el caso es que, desde que estoy en Burgos, ni lloro ni estornudo por el polen.

Tal vez quien llore esta tarde sea la meteorología, como lo hizo ayer por la tarde también, lo que me pilló de improviso al salir del trabajo, y me encontré con una desconsolada meteorología que mojó mis hombreras de pertinaces lagrimillas mientras me abrazaba, ... pero al poco, le di unas palmaditas de consuelo en su espalda y se nos quedó otra serena y maravillosa tarde-noche meteorológica.

Ayer por la tarde, ya sin lluvia, fui al cine a ver una película documental, dentro de un ciclo conmemorativo del 25º aniversario de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente, que era burgalés. Se trató de "La historia del camello que llora", una coproducción germano-mongolesa.

Nos relata la vida contidiana de los pastores mongoles, errando con sus rebaños de camellos, cabras y ovejas a través de las planicies del desierto del Gobi. Más que un documental, es un docudrama. Vemos como, poco a poco, ese tipo de vida va desapareciendo debido a su paulatina sedentarización y a tentaciones modernas como la televisión.

Pues quizás para aliviarnos de nuestros llantos vitales no estaría mal una sesión de sabiduría ajena:

 - "Yo no vivo en mi mismo, sino que me convierto en una parte de aquello que me rodea. Para mí, las altas montañas guardan su sensibilidad; por el contrario, el barullo de las grandes ciudades humanas no me sirve más que de tortura".  (Lord Byron).

 - "En ninguna parte puede encontrar el hombre un rertiro más tranquilo y menos agitado que en su propia alma".  (Marco Aurelio).

 - "Hasta después del llanto más sublime siempre acaba uno por sonarse".  (Heinrich Heine).

Los mocos, se entiende, ... snifff ...

Besos y abrazos,

Don.
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