20130704

Códigos matutinos

 Miércoles, 27 de abril de 2005

¡Buenos días!

Otro radiante y esplendoroso día de primavera a la vera del Arlanzón. Temperaturas paradisíacas, ni rastro de viento y nubes, y la ribera explotando en su totalidad, ya sin ningún arbolillo en timidez invernal. Todo es verde, de un verde rabioso y luminoso. Día que invita a salir de mi invernadero laboral y a retozar con alguna que otra mozuela por el prado ribereño.

Por cierto, y en referencia al título, no sé si tras unos seis años de correos matutinos habréis conseguido ya decodificarlos. Creo que no, pues estos desvaríos mañaneros están cifrados con una clave muy personal, y si no habéis ingerido el virus de la empatía veo difícil que hayáis conseguido leer entrelíneas de alguno de ellos, donde hábilmente se esconde algún que otro secretillo personal. Insisto, sin decodificador no lo intentéis, pues os podréis volver bizcos neuronales, si no algo peor, a modo de esos que intentan ver el trasfondo del codificado Canal + entornando los ojos. Este loco matutinero no se responsabiliza de las taras neurológicas que podáis padecer.

Ayer por la tarde, para volver a intentar poner algo de sensatez en esta demente cabecita que me corona, volví al cine a sumergirme en la fantasía. Estuve viendo "Código 46", de Michael Winterbottom, y con Tim Robbins y Samantha Morton. De este director resaltaría dos maravillas que ya he visto: "Wonderland", e "In this world".

Ésta es una muy, muy buena película, con las preciosas y estupendísimas imágenes de todos sus films, y aunque no me desagradó, la historia me dejó un poquitín frío, quizás por la frialdad de sus imágenes. Tampoco lo entiendo mucho, pues sus otros films son de similar ambiente de frialdad, pero me entusiasmaron. "Código 46" me recordó algo a las magistrales películas de Wong Kar Wai y a "¡Olvídate de mí! (Eternal sunshine of spotless mind)", la también magistral película de Michel Gondry, entre otras.

Es una historia de ciencia ficción que se desarrolla en un futuro cercano, tan cercano que se parece sospechosamente (sin ninguna sospecha, en realidad) a nuestra realidad de hoy día. Historia de un amor imposible en un mundo globalizado, dividido en dos castas esenciales (los de dentro y los de fuera), donde se habla una multilingua (inglés con injertos de otras lenguas), especie de esperanto; y un mundo donde la ingeniería genética todo lo invade. Amor entre una pirata que falsifica pases para viajar a zonas prohibidas y un agente del todopoderoso gobierno (especie de Gran Hermano Orwelliano que todo lo ve) con poderes de empatía adivinatoria, debido a un virus, a modo de droga, que ingiere.

El título se refiere al número de código (de artículo) de la ley fundamental que rige esa sociedad, un artículo que se refiere a la incompatibilidad genética de los individuos y que la pareja de enamorados incumple. El 46 es una clara alusión a los 23 pares de cromosomas que tienen todas y cada una de nuestras células corporales.

Pues para intentar codificar un poco nuestra conducta vital, no nos vendría mal un poquito de sabiduría ajena:

 - "El comportamiento ético de un hombre debería de estar basado en la empatía, la educación y los vínculos sociales. Sería terrible si el hombre tuviera que estar controlado por el miedo al castigo y por la esperanza de una recompensa después de la muerte".  (Albert Einstein).

 - "¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil, no nos da la felicidad? La respuesta es simplemente ésta: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino".  (Albert Einstein).

 - "La palabra progreso no tiene sentido mientras haya niños infelices".  (Albert Einstein).

 - "Tendremos el destino que nos hayamos merecido".  (Albert Einstein).

Besos y abrazos,

Don.
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