Lunes, 5 de junio de 2000
¡Buenos días!
Llevamos toda la mañana
tormenteando en la ribera del Arlanzón. Ora un impresionante chaparrón que dura
apenas unos minutos, ora un momento de calma en el que no se ve el más leve
rastro de un rayo de sol, ora otro tormentón ... y así toda la mañana.
Sin embargo, este fin de
semana, este domingo, me cayó una de las más impresionantes tormentas que me
han caído conduciendo (iba de Madrid a Villalba). Además este viernes cogí el
metro por primera vez desde hace muchos meses. ¡Se me había olvidado lo
agobiante que es! Cuando estaba allí, cuando era un madrileño urbanita, ni
sufría ni padecía, pues estaba acostumbrado, pero tras 18 meses de ausencia en
los que apenas he ido en metro, he olvidado toda mi perfecta aclimatación a esa
sofocante "lata de sardinas". En concreto, el viernes, me asé como un
corderito con patatas.
Iba a revisarme la vista, y
descubrí con estupefacción que en estos dos últimos años, la miopía me ha
subido 1'25 dioptrías (ya estoy en las 5'50), muy probablemente debido al
tiempo que me paso delante del PC. ¡Y yo que creía que con la edad esto se
estabilizaba! (creo que ya no quedan ventajas en esto del envejecer) :-)
Además, este fin de semana,
he visto una gran película, que no vi en su día en el cine: "El
show de Truman". Me gustó mucho, a pesar de que Jim Carrey no
es santo de mi devoción, pues me pareció una muy buena alegoría de varios
temas: la adicción a programas televisivos basura (¿los pide el público, o se
le imponen?); el derecho a la libertad de elección del individuo a pesar de
"divinas" imposiciones (también me pareció una crítica a la religión,
que postula el sometimiento al destino divino: ¿por qué hemos de aceptar sin
más los "divinos caprichos"?).
Bueno pues tras éste,
quizás, excesivamente filosófico matutino, me despido hasta la próxima.
Besos y abrazos,
Don.
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