Martes, 9 de noviembre de
2004
¡Buenos días!
Otro arrebatador día de
hermosura otoñal, preciosa imagen que veo a través de mi ventanal, con esa
pasmosa belleza del puntillista y colorido cuadro, básicamente verdes,
amarillos y ocres, sobre fondo gris plomizo, que aguijonea con dulzura mis
pupilas. Pero, ¿es real esta imagen, o solo un reflejo neuronal? ... Porque,
bien mirado (quiero decir, mal mirado), el otoño es casposo, es decir, las
hojas en las copas parecen canas y las que alfombran la ribera parecen ocre
caspa ... ¿será que, a pesar de las apariencias, la otoñal ribera deja
traslucir su hermosa alma y eso es lo que veo o creo ver? ... ¿podemos
realmente modificar a través de nuestras neuronas la parte fea (o la hermosa)
de la realidad según nuestro estado de ánimo o viceversa? ... ¿estamos guiados
tan solo por la apariencia? ... ¡que cada uno se dé sus propias respuestas! ...
Respuestas apenas dio, pero
en cierto modo similares cuestiones sí que se planteaba la buena, buenísima,
estupenda película que vi ayer tarde en el cine. Se trató de "Como
una imagen", de Agnès Jaoui, y con Marilou Berry, Agnès Jaoui
y Jean Pierre Bacri (éste, también coguionista, junto con la actriz-directora).
Y esa secuencia progresivamente creciente de halagos a esta película es debido
a las sensaciones que tuve. Al principio se aparentó aburrida y anodina, pues
nos retrata una serie de intranscendentes sucesos de la cotidianeidad de
personajes de la clase media y de sus relaciones, pero poco a poco se fue
aquilatando, ganando en densidad, en sutil densidad ... ¡qué paradoja, aparente
paradoja! ... y terminó cautivándome.
Nos cuenta la historia de
varios personajes, centrados en torno a un escritor y su hija mayor,
aparentemente felices (la hija no tanto, debido al despreocupado padre), pero
en ligera crisis vital, descontentos con lo que les ha tocado vivir, adorando
las imágenes que ven enfrente, que siempre parecen mejores que las suyas
propias. Una visión de las pequeñas miserias humanas, desde la óptica de una
mujer muy inteligente (y bella), como lo es Agnès, toda una socio-psicóloga
(sin olvidarme de su masculino coguionista, éste bastante feote).
En definitiva, una
esperanzada crítica a esta sociedad que nos ha tocado vivir, en la que priman
las apariencias. En cierto modo, es la imagen positiva de la misma realidad (la
hipocresía de la burguesía) que retrata, desde su lado más tremebundo y negro,
el breve relato que leí este fin de semana: "Sonata a Kreutzer", de
León Tolstoi. Película y relato son como la materia y la antimateria del mismo
universo, el enfoque femenino actual y el masculino decimonónico, la esperanza
de que algunas cosas pueden cambiar a mejor y el negro escepticismo, ...
Bueno, pues para ayudarnos a
matizar y comprender algo mejor esta procelosa vida, que a veces parece un
sueño y otras una pesadilla, nada como un poquito más de sabiduría ajena:
- "El tacto consiste en saber cuan lejos
podemos pasarnos de la raya".
(Anónimo).
- "El placer más grande de la vida es
hacer en secreto una buena acción y que se descubra como por
casualidad". (Charles Lamb).
- "El entusiasmo es el pan diario de la
juventud. El escepticismo, el vino diario de la vejez". (???).
- "Todo ser humano, si se lo propone,
puede ser escultor de su propio cerebro".
(Santiago Ramón y Cajal).
Besos y abrazos,
Don.
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