Miércoles, 10 de noviembre
de 2004
¡Buenos días!
En este club matutino parece
que ya estamos todos: el sol, las nubes, la lluvia por llegar (lo hará un poco
más tarde, la remolona), el ventarrón del norte, el frío, los árboles
despojándose de sus capas ... quiero decir, de sus copas de hojas, la alfombra
de éstas para recibir a todos los invitados ... bueno, pues ya puede comenzar
la música otoñal a sonar de verdad.
Pero ayer, cuando atardecía,
no quise asistir a la fiesta otoñal, y me recogí en la cálida sala de cine.
Estuve viendo la película "Luna de Avellaneda",
de Juan José Campanella, y con Ricardo Darín.
Nos cuenta la historia de
varios personajes pertenecientes a un club socio-deportivo, "Luna de
Avellaneda", formado por gentes de un barrio humilde, que poco a poco va
decayendo; gentes con sus pequeñas crisis vitales, propias de cada uno, con sus
anhelos, sus idealismos, pero siempre apegados a la cruda realidad que, como
difuminado trasfondo, tienen que soportar: la de la reciente crisis
político-económica argentina.
Buena película con algún
pequeño exceso de blandura, bien diluido por reconfortantes toques de buen
humor. Si vais a verla, no salgáis pitando en cuanto aparezcan los títulos de
crédito del final, que hay un toque extra de buen humor picaresco entre ellos.
Pues ahora, unas pocas citas
más de sabiduría ajena, con la que aumentar los socios de este club:
- "Parece que la suerte inevitable del
hombre es no poder ser libre en parte alguna: por todas partes, los príncipes
caminan al despotismo, y los pueblos a la servidumbre". (Jean Paul Marat).
- "Es preferible comer el propio pan y
sentarse con toda tranquilidad que vestir dorada librea y estar de
pie". (Rabindranath Tagore).
- "Se puede albergar un gran sueño
durante años y años, y convertirlo en realidad de repente. Se paciente. Te
pasará tarde o temprano: ¡la vida te abrirá la puerta, y te permitirá entrar y
dar una gran fiesta!". (Louis
Brown).
Besos y abrazos,
Don.
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