Jueves, 9 de diciembre de
2004
¡Buenos días!
El coro de casi desnudas
ramas ululantes de la ribera no cesa de silbar al son del vientecillo del norte
burgalés, ese que una vez instalado en el tuétano de uno, te deja como
petrificado de frío durante un buen rato, a pesar de todo el calor que pueda
recibir después. Increíblemente, hoy no siento frío, ni esta mañana cuando
estaba nublado (una especie de neblina alta), ni por supuesto al mediodía, con
el reconfortante calorcito del tibio sol (ya vuelve a nublarse otra vez más).
Como ayer fue festivo, hoy
os glosaré dos películas que he visto estos pasados días. La primera, por orden
cronológico (la vi antes de ayer), fue "Los increíbles",
de Brad Bird. Una buena película de animación por ordenador sobre una familia
de superhéroes. Muy entretenida y divertida, con algunas pequeñas y amables
críticas a la familia media tipo. Me gustó especialmente uno de los temas que
destila el film: Ese de que los que tienen algún don especial deberían
demostrarlo y utilizarlo, y no dejarse disolver en la mediocridad reinante, que
no soporta que destaquen los realmente talentosos. Sin embargo, hubo otros
pequeños detalles que me chirriaron un poquito.
La que vi ayer fue la
película francesa, todo un fenómeno social allí, "Los chicos del
coro" ("Les choristes"), de Christophe Barratier, y
con Gerard Jugnot. Otra buena película sobre unos chicos en un internado
francés de la posguerra (años 40-50), bastante revoltosos, redimidos por el
poder de la música. Lo que más me gustó fue la banda sonora con las preciosas
canciones corales.
Pues increíblemente (que el
anterior matutino fue muy largo), para terminar, un pequeño coro de citas de
sabiduría ajena:
- "Vinimos al mundo para hacer algo único
y especial. Si no lo hacemos nosotros, jamás se hará". (Benjamín E. Mays).
- "Cuanto más alto hablaba de su honor,
más rápidamente contábamos los cubiertos".
(Emerson).
Besos y abrazos,
Don.
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