Viernes, 16 de febrero de
2001
¡Buenos días!
Otro soleadísimo día en la
ribera del Arlanzón, ... y que no puedo disfrutar adecuadamente, a pesar de lo
necesarios que son, por lo escasos, ya que estoy muy cansado, con encefalograma
casi plano. Anoche estuve de cena con mis compis y profes del Wall Street, y
bebí algo más de la cuenta, lo que me impidió conciliar bien el sueño, amén de
lo escaso, por el trasnoche (tampoco demasiado, me fui poco antes de las 3:00).
Es por esto que el radiante sol me deslumbra más de lo que tolero y no estoy
para efervescencias primaverales (literariamente hablando, que tampoco
literalmente).
Parte de mi destrozo es
debido a que no me eché la imprescindible siesta previa al jolgorio
trasnochador, pues a las 17:00 me fui a ver un ¡peliculón!, otro más (parece
que esto va por rachas y los engancho seriados).
Se trataba de "Billy
Elliot", película inglesa de director y actores desconocidos
para mí. Perfecta mezcla de sabores agridulces, logradísima combinación de
crudo realismo social británico de la deprimente época "thatcheriana"
y de logros personales con emociones a flor de piel.
El tema de la peli, dicho de
forma metafórica, sería el de una flor, o cualquier otro ser vivo, delicado y
fuerte a la vez, como cualquiera de nosotros podríamos ser, tratando de resplandecer
y abrirse paso en medio de una galerna de adversidades. Y a fe que lo consigue
... a base de perseverancia ... como cualquiera de nosotros podríamos hacer.
Tremendamente conmovedora.
Y para las frases ajenas del
día, dado que mi fondo de ellas empieza a agotarse, hoy tan solo os lanzo la
siguiente:
- "En este mundo, la felicidad, cuando
llega, llega incidentalmente. Si la perseguimos, nunca la alcanzamos. En
cambio, al perseguir otros objetos, puede ocurrir que nos encontremos con ella
cuando menos lo esperábamos"
(Nathaniel Hawthorne).
Pues a ver si es verdad.
Besos y abrazos,
Don.
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