Lunes, 15 de enero de 2001
¡Buenos días!
Así como este fin de semana
en Madrid ha comenzado a hacer unos deliciosos días de soleado y suave
invierno; aquí, a la vera del Arlanzón seguimos con grises y tristones días,
cual si estuviéramos colgados de la cornisa cantábrica, con sus casi
inagotables días de densas nubes escurriendo, con dificultad, por los celestes
cauces.
No sabéis lo que he
agradecido este fin de semana los tibios y susurrantes rayos de sol sobre mi
enmohecida piel, de tanto ser regada por inagotables días de lluvia. A veces
añoro esos días de playa, sesteando a la sombra (que el sol por entonces
castiga sin pudor), reconfortado por el suave calor de un verano poco aguerrido
(lo que debe de estar sucediendo ahorita mismo en las Canarias). El caso es que
soy poco playero, pero tras tantos días sin mi ración diaria de energía pura,
sin intermediarios, de esa que el sol nos da gratis (o no tanto), termino por
anhelarla (si os fijáis, jugando con la palabra, parece la antítesis del frío).
Pues ayer estuve viendo
"Nacional 7", película francesa que gano el
premio del público en el pasado Festival de Cine de San Sebastián. Me gustó,
básicamente por lo último que vengo resaltando de las pelis, por su crítica
social a la hipocresía y al papanatismo. Está basada en un caso real, y el tema
es poco corriente, la vida de varios personajes en una residencia de
minusválidos, y parece que vas a sufrir viéndola, pero el tema de la peli y la
crítica se suavizan con el bálsamo de la comedia, que casi ayuda a hacer más
aceradas las críticas. También viene a decirnos que todos, válidos y
minusválidos, necesitamos de la comprensión, del amor, ... y del sexo: tema
este último que es parte esencial de la trama.
Pues dado que me volví a
extender mucho, y estamos todavía en el adormeciente y adormecido lunes, hoy
obvio las citas ajenas.
Besos y abrazos,
Don.
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