20140408

Matutino jardinero

Viernes, 24 de enero de 2003

¡Buenos días!

Precioso día soleado, sol de invierno, eso sí; pero aquí, tras el ventanal de mi despacho, orientado a mediodía, me siento flor de invernadero, como diría Nino Bravo en una de sus preciosas canciones.

Ayer estuve en el cine viendo "La flor del mal", de Peter Kosminski, y con Alison Lohman, Michelle Pfeiffer, Robin Wright Penn, y Renée Zellweger. Hermosísima película, y hermosísimas cuatro flores protagonistas, especialmente la Pfeiffer, mi amor platónico de toda la vida (parece que tiene un pacto con el diablo, y es como los buenos vinos, que cada año que pasa más buena está). Y otra exquisita banda sonora de Thomas Newman (creo que el de "American beauty" también), con un delicioso tema en los títulos de crédito del final de Sherill Crowe.

Es un drama, no un dramón, que nos habla del duro proceso de maduración de una adolescente en su dura trayectoria vital, y de su fría madre, al menos en apariencia. En el cartel de la película aparece una frase que resume muy bien la historia y es, más o menos, "solo el amor puede hacer tanto daño".

En ese proceso madurativo, la muchacha va pasando por diversas familias de acogida (su madre está en la cárcel), y muchas veces dudas de si ella es la que necesita ser adoptada o son los presuntos adoptadores los que necesitan ser adoptados por un hijo que les quiera y llene sus vacías vidas.

Nos habla también de flores, en sentido metafórico básicamente (también de la flor de la venenosa adelfa, tan abundante en climas mediterráneos), de las hermosas, como una azucena en primavera destilando unas gotas de aromático rocío al amanecer, y de las de las malas hierbas (también hermosísimas). Aunque como dicen los jardineros de hoy día, con muy buen criterio, extrapolable a cualquier otra situación, no existen las malas hierbas, sino las que crecen en el lugar inadecuado en el momento inoportuno (siempre según el subjetivo criterio de cada jardinero), pues todas tienen su belleza y su lugar en el mundo.

Y entre el repertorio que tengo almacenado todavía de frases de sabiduría ajena, hay tantas que se acoplarían como un guante de seda a las varias cosas que nos cuenta esta magnífica película, que no sé cual elegir para no poner demasiadas. Bueno, ahí van unas pocas a salto de mata:

 - "Los bosques serían demasiado silenciosos si cantaran sólo los pájaros que mejor lo hacen".  (Henry van Dike).

 - "El único matrimonio que siempre hace feliz al hombre es el de los hijos".  (Clarasó).

 - "Ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces, el infierno somos nosotros mismos".  (José Luis Cuerda).

 - "Nunca he encontrado un compañero que hiciera tanta compañía como la soledad".  (Thoreau).

 - "Nos quejamos continuamente de los defectos del prójimo. Pero sin ellos, la monotonía de nuestras relaciones sociales sería enorme. Son los defectos los que subrayan la personalidad. Son ellos la firma de la naturaleza.  (Amado Nervo).

Hermosísima frase para terminar, como lo es también la película, insisto, de este poeta mejicano, del que ya os he citado otras también muy bellas.

Besos y abrazos,

Don.
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