Viernes, 24 de enero de 2003
¡Buenos días!
Precioso día soleado, sol de
invierno, eso sí; pero aquí, tras el ventanal de mi despacho, orientado a
mediodía, me siento flor de invernadero, como diría Nino Bravo en una de sus
preciosas canciones.
Ayer estuve en el cine
viendo "La flor del mal", de Peter Kosminski, y
con Alison Lohman, Michelle Pfeiffer, Robin Wright Penn, y Renée Zellweger.
Hermosísima película, y hermosísimas cuatro flores protagonistas, especialmente
la Pfeiffer, mi amor platónico de toda la vida (parece que tiene un pacto con
el diablo, y es como los buenos vinos, que cada año que pasa más buena está). Y
otra exquisita banda sonora de Thomas Newman (creo que el de "American
beauty" también), con un delicioso tema en los títulos de crédito del
final de Sherill Crowe.
Es un drama, no un dramón,
que nos habla del duro proceso de maduración de una adolescente en su dura
trayectoria vital, y de su fría madre, al menos en apariencia. En el cartel de
la película aparece una frase que resume muy bien la historia y es, más o
menos, "solo el amor puede hacer tanto daño".
En ese proceso madurativo,
la muchacha va pasando por diversas familias de acogida (su madre está en la
cárcel), y muchas veces dudas de si ella es la que necesita ser adoptada o son
los presuntos adoptadores los que necesitan ser adoptados por un hijo que les
quiera y llene sus vacías vidas.
Nos habla también de flores,
en sentido metafórico básicamente (también de la flor de la venenosa adelfa,
tan abundante en climas mediterráneos), de las hermosas, como una azucena en
primavera destilando unas gotas de aromático rocío al amanecer, y de las de las
malas hierbas (también hermosísimas). Aunque como dicen los jardineros de hoy
día, con muy buen criterio, extrapolable a cualquier otra situación, no existen
las malas hierbas, sino las que crecen en el lugar inadecuado en el momento
inoportuno (siempre según el subjetivo criterio de cada jardinero), pues todas
tienen su belleza y su lugar en el mundo.
Y entre el repertorio que
tengo almacenado todavía de frases de sabiduría ajena, hay tantas que se
acoplarían como un guante de seda a las varias cosas que nos cuenta esta
magnífica película, que no sé cual elegir para no poner demasiadas. Bueno, ahí
van unas pocas a salto de mata:
- "Los bosques serían demasiado
silenciosos si cantaran sólo los pájaros que mejor lo hacen". (Henry van Dike).
- "El único matrimonio que siempre hace
feliz al hombre es el de los hijos".
(Clarasó).
- "Ese infierno del más allá no existe.
El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces, el infierno somos nosotros
mismos". (José Luis Cuerda).
- "Nunca he encontrado un compañero que
hiciera tanta compañía como la soledad".
(Thoreau).
- "Nos quejamos continuamente de los
defectos del prójimo. Pero sin ellos, la monotonía de nuestras relaciones
sociales sería enorme. Son los defectos los que subrayan la personalidad. Son
ellos la firma de la naturaleza. (Amado
Nervo).
Hermosísima frase para
terminar, como lo es también la película, insisto, de este poeta mejicano, del
que ya os he citado otras también muy bellas.
Besos y abrazos,
Don.
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