Viernes, 7 de noviembre de
2003
¡Buenos días!
Paradisíaca mañana otoñal,
soleadísima, de serenidad contemplativa, con un cielo sin mácula, sin nube
alguna que aparezca por el horizonte, y que no invita a otra cosa que no sea al
hedonismo. Tal vez, las únicas manchas que veo a través de mi ventanal son las
ocres y amarillas, tan propias del paisaje otoñal, como las intrínsecamente
unidas al lógico transcurrir vital, y que no son de ninguna forma malas
manchas.
El hecho de vivir no es sino
ir manchándose, desgastándose por el camino; pero si no se vive, si nuestra
humanidad no se ensucia por el polvo del sendero existencial, dejaremos de ser
y de poseer cualquier clase de dignidad humana.
Ayer fui al cine a ver la
película "La mancha humana", de Robert Benton,
basada en la novela homónima de Phillip Roth, y con Anthony Hopkins y Nicole
Kidman. Buena película, aunque algo irregular en su desarrollo, pero que
supongo dejaba entrever la sólida trama de la novela (que no he leido). En
cierto modo me recordó a la película "Imitación a la vida" de Douglas
Sirk (años 50) y a "La vida mancha", el peliculón de Enrique Urbizu
que vi y os glosé convenientemente hace unos meses.
Nos habla de mentiras y de
dignidad humana, de una improbable relación de pareja entre los dos
protagonistas, al menos improbable desde un punto de vista estadístico
(probabilidad de ocurrir el suceso menor del tres por mil, quizás bastante
menor). Como película irregular que es, aunque buena y con una estupendísima
banda sonora, tiene momentos muy brillantes e inteligentes y otros de
transición anodina ... tal vez como la vida misma, esa que nos va ensuciando
cada vez que cruzamos un charco del sendero.
Pues pasemos a mancharnos
aún más, al menos nuestras mentes, con un poco de sabiduría ajena que enturbie,
para bien, nuestros prístinos pensamientos originales, empezando por una que
lancé hace un par de días y que viene muy al caso, así como también las otras:
- "Vivid intensamente la vida, no dejéis
pasar un instante sin decir: el momento ha sido mío, he saboreado toda su
dicha, he bebido hasta la última gota de su bálsamo. El tiempo es veloz, es
todavía más veloz que la suerte".
(Karl Theodor Körner).
- "Los hombres tienen el poder de elegir;
las mujeres, el privilegio de rechazar".
(Austen).
- "La razón es un monarca condenado a
luchar de continuo con las pasiones sublevadas". (Jaime Luciano Balmes).
- "El crimen máximo ante los ojos de los
hombres, aquel que castigan más cruelmente, es el de no ser como los
demás". (Kierkegaard).
- "Querer acaparar un ser, paralizar su
fantasía, sujetar su voluntad, es una reclamación insensata. Pero si tan sabios
y complacientes fuéramos, solamente amaríamos con medida, es decir, no
amaríamos". (Paul Geraldy).
Besos y abrazos sin medida,
Don.
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