Lunes, 29 de diciembre de
2003
¡Buenas casi tardes!
Aunque debería de estar en
mis minivacaciones de Navidad, he tenido que retornar por un día a mi feudo
laboral desde la bárbara Madrid (aunque sin embargo mi ciudad natal, pero ya
bárbara tras cinco años de integración burgalesa), allende nuestras fronteras
sureñas, las de la ribera del Arlanzón. Motivos laborales de urgencia. Y mi
feudo me ha recibido con frío, amagos de nevadas y posibilidad de esquí por las
carreteras, que espero sortear con bien dentro de un ratito con un trineo que
acoplaré debajo de las ruedas de mi coche, si fuera menester.
Y estas Navidades he visto
la tercera parte de "El señor de los anillos: El retorno del rey",
de Peter Jackson. Es la que menos me ha gustado de las tres, pues es la más
épica, y no soy muy amigo del estilo épico. Sin embargo, el final, tras la
última batalla, es de lo que más me ha gustado de la trilogía. En conjunto,
buena película, pasable a pesar de ser para el gran público, muy especialmente
porque es fantástica, y eso en general me gusta bastante.
Además, ayer vi en el cine
la película franco-canadiense "Las invasiones bárbaras",
de Denys Arcand, que obtuvo varios premios en el pasado festival de Cannes.
Estupendísima película que me encantó, básicamente por la profundidad e ingenio
de montones de frases que se dicen en ella (como me pasa también con las pelis
de Woody Allen). Es más, me recordó mucho a la maravillosa "Mi vida sin
mí", de Isabel Coixet, además de por parte del tema que trata, también
porque está rodada en Canadá, pero con directora y una actriz (secundaria)
españolas. Acabo de leer que esta película es de culto en Japón.
Esta bárbara (por lo
estupenda) película también me entusiasmó por lo que hace reflexionar sobre las
relaciones humanas, las personales y las político-sociales, pues pone en solfa
ciertos modos de comportamiento en nuestra sociedad occidental, y todo ello con
cierto toque de melancolía y desencanto. En definitiva, que os recomiendo
encarecidamente ambas (las dos últimas citadas).
Pues pasemos a nuestras
citas bárbaras (ajenas y estupendas), con las que complementar lo que ya se
cuenta en estas dos últimas:
- "Cuando la democracia se desgasta y
debilita, es suplantada por la oligarquía". (Aristóteles).
- "El tiempo es una ilusión. Y sin
embargo ... negar el tiempo es negarse a uno mismo; negar el universo
astronómico no es otra cosa que un consuelo secreto disfrazado de una aparente
desesperación. El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un
río que me arrastra, pero yo soy el río; es el fuego que me consume, pero yo
soy el fuego. El mundo por desgracia es real. Y yo, desgraciadamente, soy
Borges". (Jorge Luis Borges).
- "Pues bien, cuando reflexiono, llego a
la conclusión de que son cuatro las razones por las que la vejez parece
desdichada: la primera porque aparta de una vida activa; la segunda porque
debilita el cuerpo; la tercera porque priva de casi todos los placeres; y la
cuarta porque no dista mucho de la muerte". (Marco Tulio Cicerón).
- "Lo malo es que los hombres solo somos
inmortales a título póstumo".
(Chumy Chúmez).
- "El placer no es sino la ausencia de
dolor". (Epicuro).
Besos y abrazos (con
placer),
Don.
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