Martes, 9 de diciembre de
2003
¡Buenos días!
No es que esté emulando a
León Tolstoi, sino que ando en guerra contra Morfeo, quien no para de asediarme
con bostezos y ensoñaciones mientras trato de mantener abiertos los ojos.
Quizás termine claudicando, que no es bueno tanto tiempo seguido de
confrontación, con lo que conseguiré una paz similar a la climatológica de
estos últimos días. Sereno final del otoño.
Este largo fin de semana he
visto dos películas en el cine. La primera, por orden cronológico, fue "Master
and Comander", de Peter Weir, y con Russell Crowe. Buena y
emocionante película de aventuras, truculenta a veces, sobre las luchas entre
un barco inglés y un corsario francés, allá por los inicios del siglo XIX.
Y ayer lunes, también
festivo, estuve viendo "Samsara", de Pan Nalin,
creo, una muy buena película hindú que se desarrolla en el Tibet indio.
Historia de un lama budista con dudas religiosas (básicamente, no puede con el
voto del celibato) que abandona el convento para buscar su camino vital. La
película fue en progresión, de menos a más; pues el inicio, salvo la primera
escena, un tanto metafórica, me pareció insulso y anodino, a pesar de la serena
hermosura de los paisajes del Himalaya. Sin embargo, fue en progresión
continua, y el final fue esplendoroso. Además de unas bellas imágenes y una
buena banda sonora, la película estaba trufada de preciosas perlas de sabiduría
budista, todo lo cual imbuía en mí una gran paz y serenidad, a la vez que me
hacía meditar (no en el aspecto místico del término, sino en el puramente
racional).
Por tanto, no penséis que
era una película para captar adeptos al budismo, sino que como creí ver en la
escena del inicio, en la que un águila atizaba una pedrada a un borrego, toda
la película era un aldabonazo de un espíritu libre contra todos esos borregos
que siguen ciegamente unas consignas sin pararse a pensar ellos mismos si es
realmente lo que ellos quieren (en este caso consignas religiosas, pero que
puede extenderse a cualquier otra faceta vital). En definitiva, que la película
da mucho que pensar.
Y como ración de sabiduría
ajena para hoy, para empezar, una historia de Anthony de Mello en relación con
la película de Samsara:
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"En cierta ocasión se
quejaba un discípulo a su maestro de que siempre les contaba historias pero
jamás les revelaba su significado. El maestro le replicó:
- ¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta
y la masticara antes de dártela?
Nadie puede descubrir tu
propio significado en tu lugar, ni siquiera el maestro." (Anthony de Mello).
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Y seguimos con otras también
en cierta relación con ella:
- "Si no conseguimos despreciar el placer
mediante la razón y la sabiduría, debemos de estarle muy agradecidos a la vejez
que ha conseguido que no nos apetezca lo que no nos conviene ... No solo no es
un defecto, sino que es motivo de reconocimiento a la vejez, el que no persiga
con afán los placeres. Se abstiene de banquetes, de mesas abundantes y de
bebidas frecuentes, luego también se libra de borracheras, indigestiones e
insomnios". (Marco Tulio Cicerón).
- "Los viejos son pesados, curiosos,
iracundos, difíciles, pero estos no son fallos de la vejez, sino del carácter
... Del mismo modo que no todo el vino se avinagra con la edad, tampoco lo hace
el carácter". (Marco Tulio
Cicerón).
Besos y abrazos,
Don.
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