20130517

Mercadeo matutino

Miércoles, 28 de septiembre de 2005

¡Buenos días!

Otro día más de hedónico veranillo, de esos que invitan a disfrutar de la vida. Me dan ganas de ir al mercadillo de la preciosa ribera a adquirir las frutas y verduras que la floresta nos ofrece, así como también la carne y el pescado de las paseantes ninfas ... difícil de adquirir, pues no paran quietas y se me escurren de entre mis dedos.

Además, dudo entre la carne de comer o la carne en sentido bíblico, es decir, el sexo en general, ... quiero decir, el pescado (el sexo femenino), con lo que aunque estuviéramos en Cuaresma no pecaría ... aunque pescaría, o eso intentaría... bueno, basta ya de imaginativos mercadeos y desvaríos, que religión y tortura mental no andan muy alejados, y centrémonos y volvamos a la pureza del amor idílico, del amor puro, tan fugaz y efímero como recurrente. Es algo así como aquello que oí cierta vez a alguien de que él no era monógamo, pero tampoco polígamo, sino monógamo sucesivo.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El mercader de Venecia" ("The merchant of Venice"), de Michael Radford, con Al Pacino y Jeremy Irons, y basada en la obra homónima de William Shakespeare. Muy buena película y estupenda banda sonora, a medio camino entre la música barroca y el estilo Enya.

Esta inmortal obra de Shakespeare nos habla básicamente de rencor y venganza, de sus posibles causas y consecuencias, pero como en casi todas sus obras hay varias historias colaterales de amor idílico. En este caso concreto, nos habla de las pruebas de amor, de fidelidad amorosa. Y esta obra es inmortal en su esencia, pues los temas que trata son universales, pero el aderezo está anticuado, pues buena parte de las historias amorosas me parecen ñoñas a los ojos de hoy día, y las referencias religiosas sobran ... pero en fin, son cosas de aquella época (¿también de ésta?) ... y quedémonos con la esencial sabiduría que destila.

Pues eso, a ver que beneficio obtenemos del mercadillo de citas de sabiduría ajena que os ofrezco hoy:

 - "Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga".  (Victor Hugo).

 - "La desgracia crea en ciertas almas un vasto desierto en el cual retumba la voz divina".  (Balzac).

 - "Cuando los hombres son amigos no han menester de justicia; pero aunque los hombres sean justos, han menester de amistad".  (Aristóteles).

 - "Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien, que se sienten ganas de darle las gracias".  (Henri Montherlant).

 - "El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño".  (William Shakespeare).

Besos y abrazos,

Don.
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