20131202

Matutino de miradas

Lunes, 10 de mayo de 2004

¡Buenos días!

No sé si realmente llevamos un montón de días otoñales, con plomizas nubes, en plena primavera del florido mayo (¡pero qué cantidad de preciosas flores caminando a la vera del Arlanzón y alrededores!), o si es la proyección, a través de mi mirada, de mi melancólico estado, tan propio del otoño, sobre el verderón y lujurioso paisaje primaveral ... tan verderón, paradójicamente, debido al acuoso destilado de melancolía meteorológica de las plomizas nubes.

Y en éstas estaba yo, cuando ayer vi en el cine "La mirada violeta", de Nacho Pérez de la Paz y Jesús Ruiz, y con Cayetana Guillén Cuervo, Roberto Enríquez, Alberto Jiménez, e Isabel Ordaz. Buena película a veces, las más algo desconcertante, y un poco pasada de rosca a ratos (muy especialmente el final). Una reflexión sobre la infidelidad, en este caso femenina, lo cual es raro verlo en el cine, y por extensión sobre la infidelidad en general, que no es otra cosa que una breve parte de un estado de inconformismo general con la vida que nos ha tocado vivir, con independencia de que objetivamente esté más o menos bien.

Pues un poquito de sabiduría ajena que nos haga mirar con otros ojos el mundo que nos rodea:

 - "Los que emplean mal su tiempo son los primeros en quejarse de su brevedad".  (Jean de la Bruyére).

 - "Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches".  (Benjamín Franklin).

 - "La persona fingida y falsa me resulta cada día más fastidiosa y hasta irritante. En materia de mentiras procuro limitarme a lo estrictamente necesario, de la misma forma que se suele hacer en la familia con los gastos".  (Massimo Azeglio).

 - "Los solteros deberían de pagar más impuestos: no es justo que algunos hombres sean más felices que otros".  (Oscar Wilde).

 - "No existe remedio más seguro para destruir en el corazón humano el amor que separarse de la persona que amamos. Su presencia es un alimento continuo que se proporciona a un fuego mal apagado".  (Jean Jacques Rousseau).

Ciertamente, Jean Jacques, y en la película queda esto patente.

Besos y abrazos,

Don.
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