Jueves, 12 de febrero de
2004
¡Buenos días!
¿Y cómo es eso de que otro
inmobiliario en tan poco tiempo? Pues tal vez debido a la placidez y suavidad
de este anormal invierno burgalés, que no invita sino a contemplarlo desde mi
"pecera" laboral con la mayor quietud e inmovilidad, y extasiarme con
la cantidad y calidad de luz que riega mis pupilas y que hace florecer belleza
allá donde miran ... ¡y eso que la flora todavía no nos regala sus mejores
galas primaverales!, quizás por las débiles heladas nocturnas, aunque luego la
temperatura suba con el sol hasta casi los reconfortantes 15ºC.
Además, lo de inmobiliario,
obviamente, por la película que vi ayer en el cine, "Casa de
arena y niebla", de Vadim Perelman, y con Jennifer Connelly
(¡¡¡hermosísima!!!) y Ben Kingsley. Dramón en toda regla, con cierto grado de
interés, que nos habla de las malas consecuencias de los enconamientos, y
quizás también "encoñamientos" ... ;-) ... entre personas (y por
extensión, también socio-políticos). Y también de las perniciosas causas de una
negligencia administrativa.
Pues, como casi siempre, las
perlitas de sabiduría ajena de hoy tienen mucho que ver con cosas que ocurren
en el film:
- "En las guerras actuales pierden los
que pierden y los que ganan. Es un juego tremendamente malo para los dos
beligerantes. Se consume demasiada riqueza y demasiados hombres, y el resultado
es siempre el mismo: miseria para todos".
(Pío Baroja).
- "Si una mujer viniese a pedirte
justicia, quita los ojos de sus lágrimas, y los oídos de sus gemidos, y
considera despacio la enjundia de lo que pide si no deseas que anegue tu
corazón en su llanto y tu bondad en sus suspiros". (Miguel de Cervantes).
Y termino con una frase que
iba en el recientemente anterior "Matutino inmobiliario", y que viene
a decir casi lo mismo que la de Miguel de Cervantes:
- "Quand les beaux yeux de la femme sont
voilés par les larmes, c'est l'homme qui ne voit plus clair (Cuando los
hermosos ojos femeninos están velados por las lágrimas, es el hombre el que
deja de ver claro)". (A. Tournier).
Besos y abrazos ... y,
chicas, no me lloréis que me enturbiáis la luz que riega a mis niñas ...
Don.
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