Jueves, 6 de junio de 2002
¡Buenos días!
Bobos también, porque no
deja de llover (parece que las nubes son niñas tontas y llorosas), de hacer
viento desangelante y frío de invierno (7ºC a la hora del cafetito) cuando ya
casi es verano. La primavera se nos ha vuelto (o se hace la) tonta. Y llevamos
así tres días, justo tras unas jornadas de gran bochorno y aplatanamiento. Y yo
he pasado de la bobería bochornoso-veraniega, a la bobería otoño-invernal,
acrecentada por mis pocas horas de sueño.
Pues ayer fui al teatro a
ver "La dama boba" de Lope de Vega, con la
Compañía Nacional de Teatro Clásico, entre quienes destacaría a Maruchi León
(la dama boba) e Isabel Ordaz (su bella y discreta hermana), aunque toda la
compañía lo bordó.
Excepcional historia, muy
divertida, inteligente y satírica, no solo de la sociedad del s.XVII, sino que
plantea cuestiones intemporales. Además el director la ha encuadrado en la
España de la década de 1930, pues tampoco hemos cambiado tanto (en lo básico).
Trata de que reflexionemos
sobre el lugar de la mujer en la sociedad, de la dificultad de las mujeres para
ser reconocidas y reconocerse como seres humanos, frente a unos hombres
anclados en la tradición, los intereses y las formas.
Esta dama boba es una
especie de Peter Pan, que se niega a crecer intelectual y emocionalmente, y por
eso es considerada boba. Pero el amor la hará crecer en ambos aspectos y le
permitirá dominar la situación, ora haciéndose la boba, ora siendo discreta e
inteligente. La vida misma.
Y como sabias frases ajenas
del día, os recomendaría muchas de las que se recitan en la obra teatral (pues
es en verso rimado, muy, muy ingenioso). Y además de éstas, ahí va una
racioncita de otras:
- "Hace el amor sutil al hombre que era
rudo,
hácele hablar hermoso al que
antes era mudo, ... " (Arcipreste
de Hita).
- "Le ha salido talento ... Sin duda
ama" (Benito Pérez Galdós).
- "El corazón necesita un segundo
corazón. La alegría compartida es doble alegría" (Tiedge).
- "Un leve estremecimiento recorría su
cuerpo no bien pensaba en la posibilidad del amor, no bien se imaginaba a sí
misma recorriendo de nuevo aquellos edenes cuyos preciosos y perfumados árboles
escondían tantas espinas" (Terenci
Moix).
- "Respecto de las mujeres, he perdido ya
dos virtudes teologales, la fe y la esperanza. Queda el amor, es decir, la
tercera virtud, de la que no puedo prescindir, pese a que ya no crea ni espere
nada" (Giacomo Leopardi).
Pues respecto de ellas, yo
todavía no he perdido ninguna virtud, a pesar de algún que otro espinoso
pinchazo. Gajes del oficio.
Besos y abrazos,
Don.
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