Jueves, 10 de junio de 2004
¡Buenos días!
ÚItimamente, la ribera del
Arlanzón, como una buena madre, me está mimando sin medida, muy desinteresada
ella. Cálidas temperaturas, pero sin agobios, caricias visuales bajo una
radiante luz solar, y sensación de confort hogareño ... y todo ello le enaltece
a uno y le hace que todo se vea más bello aún si cabe, con lo que mejor se
podrá uno enfrentar a los avatares vitales que nos acechan en los recodos del
incierto futuro.
Y en éstas estaba yo cuando
me fui ayer tarde, caminando a la vera de la ribera, al cine a ver a otra
madre, la muy buena película británica "The mother",
de Roger Michell, y con Anne Reid. Y me encontré una historia de una madre
sesentona que acaba de enviudar y de la tórrida pasión que vive con el novio de
su hija.
Película de tempo lento, que
nos muestra la frialdad de sentimientos de todos los personajes (madre, hija,
hijo, parejas de ambos, ...), la desolación anímica de todos y cada uno de
ellos. Más que la historia en si misma, me entusiasmó el como está contada, y
la fotografía, el tempo, la música. Además también se reflexiona sobre la edad
de calendario y la edad vital.
Pues ahora un poquito de
sabiduría vital, como esa que aprendemos, casi sin darnos cuenta, mientras
nuestras madres nos crían:
- "Mientras bebemos y nos coronamos de
rosas, y reclamamos perfumes y mujeres, la vejez viene sin ser
notada". (Juvenal).
- "Que los jóvenes de ahora no se hagan
ilusiones; los nacidos cincuenta años antes habrían pensado y obrado
exactamente igual que sus abuelos, o sea, que todo el mundo de entonces". (Jules Renard).
- "La gente se arregla todos los días el
cabello ... ¿por qué no el corazón?".
(Mahatma Gandhi).
Besos y abrazos,
Don.
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