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Al son de los trinos matutinos

Lunes, 24 de marzo de 2008

¡Buenos días!

A la vuelta de una Semana Santa pasada por fríos y nieves, impropios de la primavera (ha hecho más frío que la mayoría de los descafeinados días de este cálido invierno), y gracias al sol que ya empieza a asomar a la vera del Arlanzón, empiezo a sentirme alegre y despreocupado como un gorrión en primavera, dando saltitos y gorjeando sin mesura, que hace poco hubo plenilunio y fue el equinoccio primaveral y la sangre y la vida ya vuelven a bullir. Mis hadas y ninfas, como aves migratorias, ya se vuelven a aparecer ante mí con sus mejores galas primaverales, entonando sus cantos de sirena, a los que por supuesto hago caso, dejándome embaucar a sabiendas.

Pues ni ayer, ni en esta Semana Santa, he ido al cine, ni al teatro, ni a ningún concierto musical, sino que estuve escuchando música enlatada, un CD que me compré poco antes. Se trató de "El baile de los vencejos", de Manuel Comesaña, un estupendo y espléndido disco que me entusiasmó, ya que es justo del tipo de música que me encanta y me produjo gran relajo el escucharlo, especialmente la primera vez, que lo hice con el ordenador (con unos buenísimos altavoces), mientras me dejaba hipnotizar por los lisérgicos dibujos en movimiento, especie de imágenes fractales que tiene el reproductor de Windows Media. De hecho, suelo utilizar la música con fines terapéuticos, para provocarme estados de ánimo.

Es música poco convencional, instrumental, del tipo que me encanta, como ya dije, y que me recordó, en algunos breves pasajes, a músicas de "Dead can dance" o Rodrigo Leao. Las evocaciones que me produjo su audición, y dado que ya tengo sorbido el seso por tanto cine, me llevaron a algunas películas. Además, haciendo honor al título, hay dos temas en los que como un instrumento más, suenan los chirridos, muy bien engarzados en las piezas, que emiten los vencejos para ecolocalizar a sus presas mientras vuelan, tan típicos de los veranos europeos, dado que esas aves nos llegan desde el sur de África para criar en torno a julio y nos abandonan por septiembre. Por supuesto, ese sonido de los vencejos me trajo añoranzas de mis infantiles veraneos en el pueblo de mi abuela.

Pues como siempre, remataremos al son de la sabiduría ajena, comenzando por dos citas de Jonathan Swift (en inglés, swift significa vencejo), una de las cuales tiene cierta relación con el anterior matutino y con éste, pues nos habla de cierto tipo de fractales naturales:

 - "Los naturalistas han observado que una pulga lleva sobre su cuerpo otras pulgas más pequeñas, que a su vez alimentan a otras más diminutas pulgas. Y así, hasta el infinito". (Jonathan Swift).

 - "Los ratos de ocio son el tiempo apto para hacer algo provechoso". (Jonathan Swift).

 - "Lo que no pienses comprar, no lo has de ensalzar". (refrán).

 - "Nunca hay vientos favorables para el que no sabe donde va". (Séneca).

 - "La música es la ley natural relatada para el sentido del oído". (Anton von Webern).

 - "La música es la aritmética de los sonidos, como la óptica es la geometría de la luz". (Claude Debussy).

 - "La música purifica las pasiones y provoca en los humanos una alegría inocente y pura". (Aristóteles).

 - "La música da alma al universo, alas a la mente, vuelos a la imaginación, consuelo a la tristeza y vida y alegría a todas las cosas". (Platón).

 - "La música constituye el mejor alivio para un hombre preocupado. Gracias a ella el corazón vuelve a estar contento, se reconforta y se renueva". (Martín Lutero).

 - "Cada fase de la naturaleza tiene su voz y su lenguaje, que hace pensar y sentir de un modo distinto, inspira una idea, despierta un recuerdo, arranca una sonrisa o una lágrima, según llega a un corazón dichoso o a un alma dolorida". (Concepción Arenal).

Besos y abrazos,

Don.
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