Jueves, 12 de septiembre de
2002
¡Buenos días!
Buenísimos, otro día más. Y
ya se hace raro el disfrutar de esta racha tan larga de buen, de excelente
clima por estos lares. Disfrutemos cual niños del maná climático que se nos
concede y empapemosnos, hasta casi saturarnos, de claridad y luminosidad, como
la que emanan los ojos de los niños alegres ... y de cualesquiera felices
personas.
Ayer estuve de nuevo en el
cine, viendo "El viaje de Carol", de Imanol
Uribe, y con Clara Lago, Juanjo Ballesta, el niño protagonista de la magnífica
"El bola", ambos niños excelentes en sus papeles, y ella con una
mirada y un rostro cautivadores. Además actuaban Álvaro de Luna, Rosa María
Sardá, María Barranco y Carmelo Gómez, entre otros.
Bonita y emotiva película,
... ¡y otra vez los dichosos "congojos"! ... sobre unos niños y su
viaje y crecimiento vital durante los fines de la guerra civil española en un
maravilloso paisaje gallego que hace más absurdo el sinsentido de las guerras y
de cualesquiera conflictos. Mirada pasada por el tamiz de la inocencia
infantil, que no acaba de comprender el porqué.
Y como sabias frases ajenas
del día podrían valer para comenzar las dos últimas de ayer, sobre el
aprendizaje, y continuaremos con otras más:
- "Para la mayoría de los hombres la
experiencia es como las luces de popa de un barco. Que tan solo iluminan la
estela que queda a la espalda"
(Edison).
- "En este mundo no se puede ser bueno
para todos. Hay que elegir, porque la gente es de tal modo que a nadie le
importará que no hagas bien a nadie, mas pobre de ti si al hacer bien a todos
has hecho el bien al enemigo de alguien"
(Jacinto Benavente).
- "La historia es siempre una fantasía
sin base científica. Cuando se pretende levantar un tinglado invulnerable y
colocar sobre él una consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y
se venga abajo toda la armazón histórica"
(Pío Baroja).
- "La felicidad es tanto más grande
cuanto menos se advierte" (Moravia).
Pues eso, seamos
inconscientes como niños felices, ¿o felices como niños inconscientes? Bueno,
da igual, a poco que el entorno nos deje, permitamos que la felicidad e
inconsciencia infantiles nos dominen, aunque sea a ratos.
Besos y abrazos,
Don.
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